El Regaliz americano, cuyo nombre científico es Abrus precatorius, es una planta trepadora perennifolia perteneciente a la familia Fabaceae, originaria de India (donde crece silvestre en suelos arenosos o con cierta aridez), aunque en la actualidad se ha extendido por casi todo el planeta.

Suele medir unos cinco metros de largo, en la base sus tallos tienen consistencia leñosa mientras que al ir llegando al vértice superior se tornan herbáceos. Posee hojas compuestas que se ubican de manera alterna en las ramas; los folíolos (entre veinte y treinta pares) están sostenidos por pecíolos muy cortos. Las flores, de tonos que van del rosa al púrpura, nacen agrupadas en racimos sostenidos por pedúnculos de hasta ocho centímetros de longitud.

Los frutos son vainas o legumbres globosas dehiscentes de color verde, que conservan el cáliz, que es persistente, y se oscurecen al ir madurando; en su interior se forman alrededor de seis frijoles o porotos que son muy llamativos por su aspecto lustroso, con un tercio de la superficie color negro y dos tercios color rojo, semejando ser los simpáticos insectos denominados “Mariquitas” o “Vaquitas de San Antonio”, tan útiles para el reino vegetal dado que se alimentan de los dañinos pulgones. Estas semillas se empleaban para confeccionar pulseras y collares hasta que se descubrió su peligrosidad, tanto para quienes procedían a su armado como para quienes luego los usaban, dado que el continuo roce contra la piel hacía que sustancias nocivas penetraran en el organismo.

Son muchas las propiedades que se le atribuyen dentro de la medicina no tradicional; se dice que esta planta aplicada sobre las verrugas logra hacerlas desaparecer y que masticar su raíz produce efectos afrodisíacos; pero debe ser administrada con mucho cuidado y en ínfimas dosis (aún menos de 3 microgramos circulando en la sangre ya pueden provocar la muerte), debido a  la presencia de “abrina” en su composición química; en muchos países ya se prohibió su uso por completo.