La azalea (Rhododendron) es una flor fácil de cultivar que pertenece a la familia de las ericáceas. Existen más de ochocientas especies y todas ellas proceden del Tíbet o de China. En general son de hoja perenne de unos cuarenta centímetros de altura aunque los ejemplares de exterior, que se suelen llamar rododendros,  pueden alcanzar  hasta metro y medio. Sus hojas pequeñas son de color verde oscuro y brillante. Las flores suelen ser rosas pero también las hay blancas, fucsias, rojas, lilas o bicolores. Suele florecer a partir de mayo en formaciones agrupadas de dos, tres y hasta cinco elementos.

Las dos variedades aptas para su cultivo dentro de casa son la azalea japónica y la azalea índica. En el interior necesita estar situada en un lugar iluminado pero sin sol directo y en el exterior necesita semisombra o sombra total porque no soporta el sol intenso ni el calor.

Le gusta el suelo no calcáreo y una temperatura inferior a los trece grados. Como el calor y las altas temperaturas la marchitan necesita también un alto grado de humedad por lo que hay que regarla  abundantemente con agua no alcalina. Si el agua lleva mucha cal las hojas se suelen volver amarillas y la planta termina muriéndose. A pesar de necesitar humedad alta no se puede pulverizar directamente porque se estropearían las flores, pero se puede colocar un plato con agua y grava debajo de la maceta si está en el interior. La tierra no debe secarse nunca.

La azalea se puede abonar con abono líquido para plantas ácidas cada dos semanas durante su época de floración.

Si se quiere trasplantar es conveniente hacerlo después de la floración en verano. Se multiplica por esquejes, hay que podar de vez en cuando y para su conservación es necesario ir retirando las azaleas marchitas.

Algunas de las azaleas más bonitas son la «Nicolette» o la «Inka».