El Cacao silvestre

El Copoazú, o Cacao silvestre, que responde al nombre científico de Theobroma grandiflorum, es un árbol de porte medio  que pertenece a la familia Malvaceae, originario de los bosques tropicales de Sudamérica. Por ser pariente del cacao se lo emplea en la misma forma, elaborándose con él los mismos subproductos; aunque en este caso se incluye también la abundante pulpa, que en el cacao es casi inexistente.

Sus hojas son grandes, simples, de forma oblonga aunque acuminadas, aspecto coriáceo en el frente y nervaduras muy marcadas. Da hermosas flores blancas, de nacimiento axilar, con cinco sépalos soldados de manera parcial, cinco pétalos, cinco estambres y un ovario pentalocular.

El fruto es una gran baya o drupa oblonga con pulpa aromática de color blanco-amarillento (utilizada para preparar dulces, mermeladas y jugos) que alberga una numerosa cantidad de semillas (con las que se fabrica un sucedáneo del chocolate). Su primer nombre en latín ya nos indica el excelente valor alimenticio que poseen, puesto que “teobroma” significa en lengua griega “alimento de los dioses”; consumiéndolos, ya sea frescos o luego de elaborados, proporcionan a nuestra dieta varias vitaminas y minerales. Se recolectan entre treinta y setenta frutos por planta, dependiendo de la edad de la misma. Las cáscaras se emplean como abono orgánico para los cultivos.

También se extrae de los frutos un triglicérido denominado “manteca de Copoazú”, que sirve como base de numerosos productos cosméticos y se asegura que da suavidad y tersura a la piel al aplicarse sobre ella, gracias a sus propiedades hidratantes. Por contener también fitoesteroles ayuda en el tratamiento de dermatitis, acelerando su curación. Se la está incluyendo últimamente en suavizantes para la ropa, dado que siendo algo natural es  preferible a lo sintético.

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