El Huaje

El Huaje es un arbusto, o árbol de bajo porte, que mide entre dos y seis metros de alto con un diámetro troncal de alrededor de veinticinco centímetros, recibe el nombre científico de Leucaena leucocephala, es originario de México (donde la hallamos desde el nivel del mar hasta los novecientos metros de altitud, aproximadamente) y pertenece a la familia Fabaceae. Vive cerca de cincuenta años. Se lo emplea principalmente como forraje para rumiantes.

Su raíz principal es profunda, ideal para la fijación del terreno. La copa es redondeada y algo abierta y la corteza gris y lenticelada. Las ramas, cilíndricas y ascendentes, son pubescentes en su juventud y se vuelven glabras con el correr del tiempo. Poseen pequeñas estípulas caducas de forma triangular en las bases de los pecíolos. Sus hojas alternas son bipinnadas y miden hasta veinticinco centímetros de largo, están compuestas por entre once y veinticuatro pares de folíolos elípticos con la nervadura central desplazada hacia arriba, lo cual permite que puedan cerrarse cuando oscurece.

Las flores hermafroditas, de color blanco-amarillento (con cáliz tubular, cinco pétalos y diez estambres libres), se reúnen en grupos de más de cien formando inflorescencias axilares de tipo capítulo globoso que están sostenidas por pedúnculos de largo variable. La polinización es efectuada por los insectos que visitan la planta. Los frutos son legumbres oblongas, verdes y dehiscentes, de entre diez y veinte centímetros de longitud por entre uno y uno y medio de ancho; éstos contienen de seis a veinte semillas transversales brillantes, verdes al principio y oscuras tras la maduración, planas y con forma ovoide; una vez sembradas geminan en apenas una semana.

Es una especie muy adaptable y prospera aún en ambientes adversos, aunque prefiere los climas de templados a cálidos (no tolera las heladas), ubicaciones a pleno sol y suelos de neutros a alcalinos siempre que sean sueltos y tengan buen drenaje. Como todas las leguminosas muestra en las raicillas secundarias nódulos que fijan el nitrógeno al suelo, producidos por el simbionte Rhizobium. Su hojarasca se descompone rápidamente, por lo que se la emplea como abono verde, o mantillo, para otras especies y la madera que produce se utiliza como leña.

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