El Manzano cafre, cuyo nombre científico es Dovyalis caffra, es un arbusto espinoso dioico que suele medir entre cuatro y seis metros de alto, originario del sur del continente africano, que pertenece a la familia Salicaceae.

La corteza es lisa y grisácea, con fuertes espinas de hasta seis centímetros. Posee hojas elípticas, de ápice redondeado y borde entero, que miden entre tres y cinco centímetros de largo; presentan un color verde brillante en la cara superior y son algo más claras en la inferior; están sostenidas por minúsculos pecíolos de apenas milímetros de longitud.

Las flores, carentes de pétalos, son de nacimiento axilar; las masculinas, de color blanco-verdoso, son más pequeñas y están sostenidas por cortos pedicelos, se reúnen en racimos, los sépalos son pubescentes y el aparato reproductor cuenta con más de una docena de estambres; las femeninas son solitarias y poseen un ovario globoso que se transformará al ser fecundado en una baya amarilla comestible de piel lisa, de alrededor de cinco centímetros de diámetro que contiene cerca de una docena de semillas.

Los frutos, de apariencia similar a la de las manzanas, pueden consumirse directamente de la planta o preparados mediante cocción, ya sea en mermeladas, jaleas o como componentes de la más variada repostería. La polinización es llevada a cabo por aves e insectos y la propagación se produce al ser ingeridos los frutos por monos y antílopes, a quienes les encantan.

Puede reproducirse mediante su simiente (en ese caso le lleva cuatro años alcanzar la madurez para fructificar) o bien por esquejes. Es una especie bastante rústica que tolera bien los períodos de sequía y las podas intensas, aunque crece más y da una mayor cosecha si cuenta con el agua suficiente o el terreno es húmedo (600 milímetros de lluvia anuales). En la actualidad se lo cultiva en varias partes del mundo, precisa climas tropicales o en su defecto pueden ser templados pero con inviernos poco rigurosos.