El Vinal, cuyo nombre científico es Prosopis ruscifolia, es un árbol espinoso que pertenece a la familia Fabaceae, originario de la zona subtropical de América del Sur. De porte medio suele medir hasta quince metros de alto, con un grosor troncal de entre sesenta y noventa centímetros. Se lo cultiva principalmente por su madera (similar a la del algarrobo) que es semidura, resistente, aromática y de color castaño claro con finas vetas más oscuras, empleándosela en la confección de muebles y pisos.

Su sistema radicular es muy profundo, por lo cual puede resistir largas épocas de sequía y adaptarse a terrenos arenosos y áridos; también rebrota con facilidad luego de ser quemado o talado, resiste a los herbicidas y las inundaciones no le afectan.  Su rápido crecimiento y las múltiples utilidades que tiene hacen que se lo esté sembrando mucho últimamente. Sirve como leña; sus flores atraen a las abejas; los frutos son largas legumbres comestibles de sabor dulzón y con las hojas (que son pinnadas y de aspecto coriáceo) se prepara una infusión que calma las afecciones oculares.

Florece a lo largo de toda la primavera (sus pequeñas flores amarillo-verdosas se reúnen en inflorescencias de tipo racimo) y fructifica en el verano. Sus semillas son propagadas por el ganado y las corrientes de agua. Antes era considerado plaga puesto que se establecía con prontitud generando pequeños bosques (impenetrables debido a sus espinas de cerca de 20 centímetros de longitud) que bloqueaban gran parte de las tierras de pastoreo, hoy en día se demostró que el uso de su madera reditúa el supuesto daño que causaba y es un paso adelante en el manejo sustentable de bosques.

De comportamiento arbustivo cuando se lo reubica suelen entrar hasta mil quinientos individuos por hectárea; pero es mejor bajar la cantidad hasta unos 250 para obtener troncos más gruesos con mayor valor comercial eliminando gran parte de las ramas, lo cual permite además que bajo ellos vuelvan a crecer los pastos.