La Alchemilla

La Alchemila, denominada científicamente Alchemilla mollis (o Alchemilla erythropoda) es una planta herbácea perenne, originaria de Europa (más específicamente de los Balcanes, donde crece libremente en los prados y bordeando los bosques húmedos), que forma parte de la familia Rosaceae. Rara vez supera los quince centímetros de alto y se la emplea como tapizante en los jardines, aunque hay que tener en cuenta que fuera de su lugar de origen puede tornarse invasiva debido a lo sencillo de su dispersión y a la tendencia a enraizar de sus tallos.

Sus suaves hojas verde-grisáceas, pubescentes, palmeadas y con la nerviación muy marcada, tienen los márgenes dentados y miden de cuatro a seis centímetros de ancho; las gotas de rocío o de lluvia que se depositan sobre ellas no son absorbidas sino que queda una imperceptible capa de aire que las separa, por ello es que los alquimistas las tenían como el agua  más pura que existía para sus experimentos de transformar en oro otros metales y de allí deriva el nombre de la planta.

Durante  la primavera y el verano sus flores pequeñas, amarillo-verdosas, aparecen reunidas en inflorescencias de tipo racimo sostenidas por tallos florales rojizos.

Puede cultivarse tanto en tierra como en macetas. Se la propaga mediante semillas o por división de matas; se adapta a casi todo tipo de suelos siempre que tengan buen drenaje y en cuanto a luminosidad le agradan las ubicaciones que vayan de pleno sol a sombra parcial. Conviene efectuarle una poda anual, hacia el otoño, de mantenimiento (quitando restos de flores, hojas y tallos secos) y de forma (para evitar que se expanda demasiado). Es muy resistente a plagas y enfermedades.

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