La Cornicabra

La Cornicabra

La Cornicabra, cuyo nombre científico es Pistacia terebinthus, pertenece a la familia Anacardiaceae. Es un árbol dioico, vigoroso y resistente, de pequeño porte que no sobrepasa los seis metros de altura. Es originario de la parte occidental del Mar Mediterráneo. Su hábitat natural se extiende desde las costas hasta una altitud de mil quinientos metros sobre el nivel del mar; es común hallarlo en  los bosques caducifolios o entremezclado con las encinas. Puede soportar largos períodos de sequía y también heladas de poca intensidad.

Requiere de ubicaciones a pleno sol y tolera bien la salinidad en los suelos. Su tronco tiene tonalidad grisácea y la corteza es aromática. Posee hojas compuestas e imparipinnadas de color verde intenso y aspecto coriáceo, están formadas por un número impar de folíolos grandes, ovales y de vértice acuminado que  miden alrededor de diez centímetros.

Sus pequeñas flores rojas se reúnen en apretadas inflorescencias de tipo racimo. Los frutos son también pequeños y globosos, de no más de un centímetro de diámetro; nacen verdes y a medida que maduran pasan del rojo al marrón oscuro. Durante la etapa vegetativa de la planta se forman unas agallas alargadas que semejan cuernos de cabra (de allí es que recibe su nombre común); las mismas las provoca una especie de pulgón que se cría dentro de ellas.

Se reproduce mediante semillas y también por esquejes; es común que las aves y pequeños mamíferos coman los frutos y dispersen de esa manera la simiente. Es utilizado como fijador de suelos y por su alto contenido de taninos se lo emplea en la industria de la curtiembre; se extrae también de él la trementina, un aceite vegetal empleado como disolvente. Dentro de la medicina no tradicional se le adjudican propiedades astringentes, empleándoselo como colutorio para fortalecer las encías.

 

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