La Cotula, que recibe el nombre científico de Cotula coronopifolia, es una planta perenne y de consistencia herbácea miembro de la familia Asteraceae (Compositae según otra clasificación). Mide de quince a veinticinco centímetros de alto. Es originaria del sur del continente africano y su hábitat natural se extiende desde el nivel del mar hasta los novecientos metros de altitud; prefiriendo las tierras bajas anegables (siendo bastante tolerantes a la salinidad costera) y las orillas de los arroyos.

Sus tallos glabros pueden ser tanto erectos como decumbentes o postrados; en este último caso tienden a echar raíces (largas y enmarañadas) en los nodos cuando entran en contacto con el suelo. Posee hojas alternas sésiles que envainan parcialmente el tallo en su unión con él; el limbo se presenta de linear a lanceolado y muchas veces tiene también apariencia lobulada dado que sus márgenes pueden estar hendidos profundamente; en ambas caras muestran puntos glandulares y su aspecto es coriáceo.

Florece durante la primavera y el verano. Sus diminutas flores aparecen reunidas en inflorescencias terminales de tipo capítulo sostenidas por largos pedúnculos; las del disco son tubulares y hermafroditas, distribuidas en varios círculos concéntricos y las de la periferia, o radiales, sólo femeninas y con lígulas amarillas que apenas sobresalen y se recurvan hacia adentro.

Los frutos son aquenios y las semillas presentan alas a ambos lados. Gusta de ubicaciones a pleno sol o con sombra parcial; no resiste las heladas. Fuera de su ecosistema de origen se la considera invasiva pero gracias a su lento crecimiento no es muy peligrosa ya que da tiempo de eliminarla perfectamente si se lo desea; aunque lo negativo es que sus restos aumentan el contenido de sales del suelo por lo que pueden verse perjudicadas otras especies que rechazan la salinidad.