La Saponaria, o Hierba jabonera, que responde al nombre científico de Saponaria officinalis, es una planta perenne de consistencia herbácea perteneciente a la familia Caryophyllaceae, originaria del continente europeo, que ronda el medio metro de alto. Es muy rústica y demanda pocos cuidados.

Posee un tallo subterráneo, o rizoma, con numerosas raíces laterales, del cual se extrae la saponina, un compuesto jabonoso. El tallo aéreo es recto y tiene hojas de forma lanceolada, de color verde claro, con nervaduras muy marcadas y margen entero, que se disponen enfrentadas de a pares; las mismas son ricas en flavonoides y vitamina C.

Florece durante la primavera y el verano. Sus pequeñas flores perfumadas son de un tono rosa pálido, el cáliz es tubular y luego se abre en cinco pétalos entre espatulados y acorazonados. Los frutos, que son capsulares y oblongos, contienen varias semillas pardas diminutas que se siembran de asiento.

También se la reproduce mediante división de mata o por esquejes. No es exigente en cuanto a suelos siempre que sean profundos, frescos y con buen drenaje; en el caso de que se hallaran empobrecidos de nutrientes puede agregárseles abono. Prefiere las ubicaciones a pleno sol pero tolera hasta una media sombra. Resiste bien las heladas y las sequías, en condiciones normales el riego debe ser regular.

Dentro de la medicina no tradicional, desde la más remota antigüedad, se le confieren propiedades benéficas, aplicada su decocción externamente, en casos de dermatitis, acné y seborrea. Los rizomas pueden recolectarse a partir del quinto año, al igual que las raíces y se ponen a secar al sol; las hojas a partir del segundo y las flores poco antes de que abran, dejándolas secar en un lugar seco y bien ventilado.