La naturaleza es tan sabia que se adapta a todos los cambios ambientales drásticos con los que se enfrenta. A este respecto hablaremos de las Bromelias (plantas monocotiledóneas originarias de América, una de sus máximas representantes es la que nos provee de la fruta que conocemos comúnmente como ananá), cuyas grandes flores son como oasis en medio del desierto, en ellas y gracias al agua que se junta en su receptáculo durante la noche y cuando llueve, viven una gran cantidad de seres minúsculos que de otra forma no lograrían llegar a ver el siguiente día.

Las arañas, las libélulas, las chinches acuáticas, algunas especies de grillos, los mosquitos y las langostas las sienten como su morada, en ellas realizan el ciclo total de vida, nacen, crecen, se reproducen y mueren. En las grandes hojas de la planta suelen depositar sus huevos las lagartijas y sirven de hogar a una variedad de ranas de minúsculo tamaño. Algunas serpientes conocen estos escondites de las pequeñas presas y a veces las aguardan durmiendo cerca.

También los ciempiés, escorpiones y gusanos tienen al cobijo de las bromelias luz, calor y humedad, tres elementos que les son indispensables para su subsistencia. Toda una minúscula fauna persiste en un ambiente adverso gracias a estas plantas. Cada una puede almacenar hasta varios litros de agua y a veces se extienden por kilómetros, lo que nos hace pensar, al ver a sus diminutos huéspedes, en una gran laguna con su orgullosa carga de vida.

Hay bromelias en zonas tropicales y subtropicales más favorables pero las que están en zonas en proceso de desertización, donde el suelo arenoso permite el rápido escurrimiento del poco agua que cae, son un medio de supervivencia para pájaros, reptiles, insectos y mamíferos. Actúan como pequeños embalses de agua dulce que permiten que se mantenga el equilibrio ecológico.