Ojo de Perdiz

Ojo de Perdiz

La planta herbácea anual perennifolia, denominada comúnmente Ojo de Perdiz, cuyo nombre científico es Adonis vernalis, pertenece a la familia de las ranunculáceas. Originarias del medio oriente se han distribuido por todo el mundo, hallándoselas en terrenos húmedos sin importar la altitud. Los principios activos que contiene la vuelven venenosa en extremo, pero como es usada en la industria farmacéutica se ha convertido en especie protegida en muchos países.

De porte bajo, su desarrollo no sobrepasa los cuarenta y cinco centímetros de altura por algo menos de ancho. En su tallo glabro se insertan hojas sésiles; las que están en la base son meras vainas membranosas rodeando el tallo, las superiores son pinatisectas.

Sus hermosas flores terminales tienen entre tres y ocho centímetros de diámetro; están formadas por entre diez y veinte pétalos de color amarillo, rodeados de cinco sépalos pubescentes; posee numerosos estambres oscuros con anteras de polen amarillento. El fruto es un aquenio de no más de medio centímetro, forma casi globosa, superficie rugosa y pubescente,  que presenta en uno de sus extremos una saliente curva de un milímetro.

En los Montes Pirineos se ha desarrollado una variedad endémica, la Adonys pyrenaica, que se diferencia de la anterior en que las hojas de la base están más desarrolladas. Toda la planta se usa con fines medicinales puesto que provee glucósidos, saponinas, resinas y ácidos grasos. Se le atribuyen propiedades anticonvulsivas y anti epilépticas, se dice que regula la tensión sanguínea y regula la función cardíaca. Las infusiones preparadas con sus hojas son diuréticas y cardiotónicas; aseverándose además que calma en gran medida los dolores producidos por el reuma, los ataques asmáticos y la tos persistente, aunque se aclara que su ingestión ha de ser bajo control médico exclusivamente dada su particular toxicidad.

 

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