Comúnmente el árbol frutal, tal y como lo conocemos, está formado por dos plantas injertadas: El patrón que es quien recibirá al otro (elegido por la robustez y salud de sus raíces y tallo) y el injerto propiamente dicho (que aporta las características especiales de la planta de la que proviene, como ser buen color, buen tamaño
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