Tintes con plantas

Tintes con plantasEl teñido es un arte muy antiguo porque es muy sencillo de realizar y estamos rodeados de plantas que nos proporcionan los colores que deseamos. El tinte puede extraerse de las flores, de las bayas, de las raíces, de las hojas o de la corteza. Es una actividad que se presta a la experimentación pues como no hallaremos dos plantas exactamente iguales no obtendremos jamás el mismo resultado y las variaciones harán aún más entretenida la labor.

La obtención de las plantas necesarias dependerá del lugar donde se viva y de la época del año en que uno se encuentre. Algunas de las más utilizadas se consiguen fácilmente, tal el caso de la Rubia y el Añil. Otras las hallamos en nuestra cocina a diario, como la Cúrcuma y la Cebolla. Pero si en verdad somos apasionados de las plantas nos gustará cultivar las propias para realizar el proceso completo.

La lana es el material en el que mejor se afianzan los tintes vegetales, podemos teñir tanto madejas  como prendas nuevas realizadas en blanco o algunas ya usadas que tiendan a amarillear (para proporcionarles nueva vida y una prolongación de su uso). También el algodón, la seda y el lino son aptos para el teñido vegetal.

Precisaremos una gran olla (cacerola), guantes de cocina y una vara de madera para revolver. El color lo extraeremos hirviendo las plantas seleccionadas (en agua de lluvia de preferencia, si ello no es posible usar entonces un producto descalcificador). Según la planta y la parte de ella que usemos la extracción de la tintura llevará de veinte minutos a tres horas. Las partes tiernas, flores y hojas, precisan menor cocción. Mientras que las duras, bayas, raíces y corteza, requieren a veces hasta de un machacado previo. Hay que ir añadiendo agua a medida que se evapora para que estén siempre cubiertas por ella, al llegar al color deseado colar para quitar los restos vegetales. Comenzaremos la operación de teñido cuando el agua tome la temperatura de nuestra mano, no antes, y colocaremos primero una hebra para ver si el resultado es el que deseamos.

Para algunos materiales puede ser necesario el uso de un mordiente, que es un producto químico que mejora la rapidez del teñido y su posterior fijación (por ejemplo el alumbre que vuelve más brillantes los colores y los fija, o el sulfato ferroso que los fija pero los oscurece). Muchos no lo requieren, como la cebolla, el arándano, el ciruelo, la cúrcuma, la hierba cana, la vara de oro, el liquen gris y la corteza más externa de las nueces (no la leñosa).

Previamente a la introducción de la lana en el tinte hay que mojarla y luego volver a calentar la olla muy lentamente hasta que hierva, la intensidad del color dependerá del tiempo que esté. Remover cada tanto para que el tono se distribuya parejo. Recordar que luego se aclarará por lo que debe dejarse un poco más oscuro que el color que se desea. Quitar y dejar escurrir en otro recipiente, luego exprimir y poner en agua clara caliente, repetir esto hasta que se vaya el exceso de tinte, pues de otra forma lo hará tras cada lavado posterior. Sumergiendo en una solución salada fuerte puede fijarse pero hay oportunidades en las que altera el resultado. Dejar secar en lugar sombreado y bien aireado.

El amarillo se obtiene de las ramitas de Agracejo, de la corteza de Encina, de las flores de Retama, de las  de Doradilla y de las capas externas de la Cebolla. El azul de todo el árbol Añil y de las hojas de la Mahonia aquifolium. El marrón de las vainas de Acacia, de toda la planta del Liquen gris, de las agujas de Alerce, de las astillas o serrín de Caoba, de las hojas de Laurel, de las ramitas de Piracanta y de las cáscaras externas de las Nueces. El naranja de las flores de Coreopsis, de las de Dalia y de las raíces de Rubia. El rosa o malva de los frutos del Arándano, del Grosellero, de la Zarzamora, del Sauco, del Endrino y de las Uvas. El rojo se obtiene a partir de las raíces de la Sanguinaria, de las flores de Dalia y del Geranio, de la corteza de Tusga, de las raíces de Rubia y Cuajaleche y de los Higos chumbos. El verde de los brotes jóvenes de Helecho, de las hojas de Hiedra, del Equiseto, de la Ortiga, del Ligustro, de la Gualda y del Lirio de los valles. El negro de la corteza de Aliso y de Palo de Campeche, de los brotes jóvenes de Zarzamora, de las bayas de Espino y de las Nueces.

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