Arte Ikebana

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Al armar un Ikebana deberemos conjugar, con las flores y demás materiales que empleemos, la belleza, el equilibrio y la sencillez de la naturaleza. Es algo más que colocar flores simplemente en un recipiente, en este arte (al igual que en los demás) se incluye el sentimiento humano. Es filosofía de vida más naturaleza. Dentro de la decoración tiene el mismo rango que una pintura o una escultura.

 

En este tipo de arreglos puede  dársele tal vez más preponderancia a las hojas o hasta alguna rama sin flor que a las flores mismas que aquí sirven como complemento. Como en las demás actividades artísticas hay un gran campo para los denominados “amateurs”, personas sin conocimientos previos pero con gran creatividad; aunque también es cierto que, al igual que en las demás artes, el aprendizaje de técnicas y algunas reglas ayuda mucho a que la obra se perfeccione.

 

Se diferencia de los arreglos florales tradicionales, además, por su asimetría y por la inclusión de espacios vacíos que forman parte del todo. El sentido armonioso entre los materiales a emplearse, el recipiente elegido y la ubicación de los primeros dentro del segundo es algo fundamental, porque no es sólo un conjunto de flores que atraen por su propia belleza sino que aquí se busca llegar a la fibra íntima de la persona que lo contemple; que es también lo que se persigue con una pintura, el diseño de un jardín o una obra  arquitectónica.

Los recipientes a utilizar deben ser escogidos para cada arreglo en particular. Es común usar canastas  de bambú oscuras para otoño e invierno, y las mismas pero blanqueadas o coloreadas en  primavera y verano. Si usamos recipientes cerámicos tendremos en cuenta que éstos absorben la luz que les llega y que los de vidrio, por el contrario, la refractan. Estos son una excelente elección pues con el añadido de agua actúan como lentes que sumarán belleza al conjunto final.

 

Para confeccionar un arreglo de este tipo diferenciaremos tres zonas de trabajo: La que quedará bajo el agua (pueden muy bien ser piedras), la zona divisoria (donde pueden distribuirse hojas o pétalos flotantes) y la superior o aérea (en la que se destacará la figura alta y esbelta de una flor, de dos o tres de ellas o bien ramas con o sin flores u hojas estilizadas). Y una sola premisa debe  ocupar  nuestras mentes, la de lograr la armonía entre todas las partes.

 

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