El Alcanforero, cuyo nombre científico es Cinnamomum camphora, es un árbol aromático, longevo y perennifolio del que se han hallado ejemplares de hasta mil años de edad. Es originario del Este asiático, pertenece a la familia Lauraceae y su altura ronda los veinte metros. Su hábitat natural se halla en los bosques pluviales de las tierras bajas en las zonas tropical y subtropical de Asia. El término Cinnamomum deriva del idioma griego y significa “madera dulce”.
Sus hojas pecioladas son ovales y tienen la punta acuminada, su aspecto es coriáceo y se distribuyen de manera alterna en las ramas; presentan un color verde oscuro que se aclara bastante en las nervaduras y sus bordes son algo festoneados; se las utilizaba antiguamente para ahuyentar polillas y otros insectos.
En la primavera da pequeñas flores blanco-amarillentas reunidas en inflorescencias axilares de tipo corimbo. Los frutos son bayas globosas y rojizas, con piel cerúlea, que se oscurecen al madurar. Para reproducirlo mediante semillas hay que sembrarlas casi inmediatamente que se las saca del fruto pues su poder germinativo es muy corto, también suelen emplearse esquejes semileñosos.
El tan conocido y utilizado “aceite de alcanfor” se obtiene mediante la destilación de la madera de ejemplares de más de medio siglo. Dentro de la medicina no tradicional se le confieren muchas propiedades a sus hojas, las cuales molidas y mezcladas con alcohol se utilizan externamente en casos de calambres y dolores de cabeza, reumáticos o musculares; sumergidas en agua hirviendo se aspiran los vapores que producen para mejorar afecciones tales como la rinitis, la bronquitis o los resfriados fuertes. El alcohol alcanforado suele ser efectivo, además, para aliviar el dolor de muelas.
Nunca hay que excederse en su uso puesto que se transforma en irritante y hasta narcótico, en pequeñas dosis es un buen sedante del sistema nervioso y un efectivo antiespasmódico.