El Arándano azul o Vaccinium corymbosum es un arbusto silvestre de porte bajo y follaje caduco, originario de América del norte, que pertenece a la familia Ericaceae (al igual que la Azalea y el Rododendro). Su fruto es una baya redonda comestible, de pulpa muy jugosa, que cambia de color a medida que madura, pasando de blanco a púrpura y de allí al azul característico, por su dulzor se emplea en la fabricación de dulces. Las plantas cultivadas dan frutos de mayor tamaño pero de menor sabor, por eso se prefiere a los que nacen en estado natural aunque sean más pequeños.

Sus hojas simples tienen forma oval o lanceolada, en el otoño se tornan rojizas y caen. La raíz es fibrosa y bastante superficial por lo cual precisan de humedad constante, para ello se asocian con hongos específicos (microrrizas) junto a los que se benefician mutuamente. Las flores hermafroditas, de corolas blancas o rosadas, se reúnen en inflorescencias tipo racimo. Es común que florezca a principios de la primavera y al final de la misma, luego la recolección de los frutos producidos por la segunda se efectúa más o menos un mes después de cosechados los de la primera. La brotación de yemas se optimiza con una temperatura constante de 21º centígrados y una fotoexposición de entre 8 y 10 horas diarias.

El uso medicinal que se les da es debido a que son ricos en flavonoides, conocidos por sus propiedades antioxidantes, por lo cual prevendrían enfermedades tales como el Mal de Alzheimer y similares. El jugo de arándano se prescribe en casos de infecciones urinarias por su alto contenido de vitamina C.

Las variedades bajas de arándanos no sobrepasan el metro de altura pero las de cultivo, entre las que podemos citar el “Arándano Ojo de Conejo”, el “Arándano Alto del Sur” y el “Arándano O’Neal”, pueden alcanzar los dos metros y medio. La mejor manera de multiplicarlo es a través de esquejes leñosos, agregándoles hormonas de enraizar. Necesita sol pleno en los climas fríos y templados, pero semisombra en los cálidos pues le afectan las temperaturas muy altas, en cambio resiste bien las heladas; precisa suelos sueltos con agregado de tierra de castaño o corteza de pino, ácidos y con buen drenaje, también es bueno suministrarle quelatos de hierro que favorecerán la absorción de las raíces; es un arbusto de lento crecimiento pero bastante resistente. Se lo abona solamente una vez al mes durante la primavera.