El Melocactus, miembro de la familia Cactaceae cuyo nombre científico es Melocactus communis, es uno de los de su especie con apariencia más llamativa. Cuando jóvenes son cactus normales que no permiten imaginar lo que serán en el futuro. Sus tallos globosos y verdes poseen costillas comunes en las cuales las espinas, que miden entre uno y cuatro centímetros, se disponen en forma de asterisco (suelen ser blancuzcas o de un rosa muy suave). Cuando alcanzan la edad madura una densa masa de aréolas se reúne en la parte superior semejando un sombrero; entonces ya los tallos no continúan creciendo pero sí lo hace la parte nueva hasta que el cactus muere.
Muchas veces ese apéndice superior alcanza un metro de alto. Las aréolas pueden ser de color naranja o blancas y otras se presentan en círculos alternados, es allí donde las flores efímeras aparecen; suelen ser pequeñas y de color rosa; usualmente pasa desapercibida su floración pero al ver los frutos nos damos cuenta de que sí tuvo que haber ocurrido.
Los frutos son rosados o rojizos y de aspecto cerúleo, semejan velas de cumpleaños sobre un pastel y como conservan restos de la flor que son persistentes da la idea de que hasta tienen una mecha en el ápice, al alcanzar su madurez se engrosan y caen
La mayoría de las especies de melocactus son obtenidas mediante cultivo. Las semillas germinan con facilidad. Hasta que su particularidad no surge es difícil diferenciarlos de otros tipos de cactus, pero es bueno recordar que no son tan resistentes al frío como sus semejantes. Apenas necesitan agua, no se debe jamás exagerar con el riego pues la humedad excesiva los mata.
Se los halla distribuidos por una amplia franja del planeta que comprende América Central incluyendo México y las islas del Mar Caribe, extendiéndose también por el norte y centro de Sudamérica. Alcanza una longevidad de entre veinticinco y treinta años.