Recibe el nombre común de Sisal una planta monocotiledónea, xerófila, textil y perenne, originaria de las zonas semiáridas de Centroamérica, que científicamente se conoce como Agave sisalana y pertenece a la familia Agavaceae. Se la cultiva con fines meramente comerciales porque sus fibras son ideales para la fabricación de cuerdas y tejidos rústicos. Los mayores productores mundiales son Brasil, los países del Este de África e Indonesia.

Posee rígidas y suculentas hojas verdes de entre uno y un metro y medio de largo, anchas en la base (más de diez centímetros) pero acuminadas hacia el ápice, generalmente terminadas en una espina oscura muy afilada; últimamente se la está adaptando a los jardines, en los cuales queda bien marcando esquinas, como centro de una rocalla, delimitando zonas o formando bordes, aunque teniendo siempre la precaución de cortarle las espinas si hay niños o animales domésticos en la casa.

Las hojas son desmenuzadas para quitarles las fibras que contienen, éstas son claras y muy duraderas, con ellas se fabrica un hilo resistente al que se le dan múltiples usos. Lo que queda luego de ese desmenuzado se emplea en la alimentación de animales de granja, como complemento de su dieta habitual. Pero es un producto que si no se consume fresco tiende a fermentar, por lo que se recomienda, pasando uno o dos días, ponerlo a secar al sol o bien ensilarlo. También se lo emplea, convertido en pulpa, en la fabricación de papel y como bagazo o estopa para rellenar asientos.

Cuando alcanza la madurez, luego de varios años, genera una larga y delgada vara central que llega a medir más de cinco metros y sostiene una inflorescencia de tipo panícula, luego de florecer la planta muere. Sus  raíces son fibrosas y surgen de la base del rizoma; no precisa mucho riego puesto que sus hojas almacenan líquido, justamente para prevenirse en caso de sequías prolongadas; se adapta a varios tipos de suelo siempre que cuenten con el drenaje adecuado.