El Tamarindo salvaje

El Tamarindo salvaje, que responde al nombre científico de Lysiloma latisiliquum, o Acacia bahamensis según otra clasificación, es un árbol de porte medio (de unos 12 a 18 metros de altura, con un diámetro troncal de entre sesenta y noventa centímetros), miembro de la familia Fabaceae y originario de América Central. Su corteza es de un tono gris claro cuando joven pero se torna marrón oscura y se separa en forma de placas con el correr de los años.

Es de rápido crecimiento e ideal como árbol de sombra mientras esté solo, pues su tronco es bajo y la copa toma forma de paraguas dado que las ramas se arquean, si compite por el espacio las ramas crecen en sentido vertical y la copa se torna más cónica; suele ser de perennifolio a semi deciduo según el clima de la región en la que se encuentre; las larvas de varias lepidópteras se alimentan de sus hojas bipinnadas (compuestas por de seis a ocho pares de pinnas formadas a su vez por entre 10 y 20 pares de folíolos oblongos y sésiles enfrentados) que se distribuyen de manera alterna.

Florece durante la primavera y el verano; sus pequeñas flores pueden ser blancas, crema o levemente grisáceas y aparecen reunidas en inflorescencias globulares (axilares o terminales indistintamente), sostenidas por largos pedúnculos; el suave aroma que desprenden atrae a las abejas, las cuales se llevan el polen producido por los múltiples estambres. Los frutos son legumbres dehiscentes no comestibles, verdes y planas, de hasta quince centímetros de longitud, que toman coloración marrón al madurar. Se lo multiplica mediante semillas y esquejes.

Precisa ubicaciones que vayan de sol pleno hasta sombra parcial y suelos de alcalinos a neutros, con buen drenaje; una vez que se encuentra establecido resiste bien las épocas de sequía. No tolera la salinidad ni los fuertes vientos.

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