El Tineo, que responde al nombre científico de Weinmannia trichosperma, es un árbol perennifolio miembro de la familia Cunoniaceae, originario de los bosques húmedos de la Cordillera de Los Andes y se ha aclimatado actualmente a otras zonas del planeta con condiciones similares a las de su hábitat natural. Puede llegar a los cuarenta metros de altura. Su tronco, de casi dos metros de diámetro en los individuos más altos, es recto y de la corteza gris arrugada que lo recubre se extrae tanino y tintura para lana.
Por su llamativo follaje, exuberante floración y el colorido de sus frutos tiene gran valor ornamental. Posee hojas compuestas de color verde claro, imparipinnadas y de aspecto coriáceo, con estípulas en la base, que se disponen de manera opuesta; los folíolos presentan el borde marcadamente serrado.
Da pequeñas flores blancas hermafroditas, ricas en néctar (ideales para la producción de miel), agrupadas en racimos cilíndricos (que luego cambian a rosados y más tarde a rojizos al madurar los frutos); cada una con un cáliz formado por cuatro o cinco sépalos montados uno sobre otro, tres o cinco pétalos, varios estambres blancos que sobresalen (provistos de anteras amarillas), un ovario superior y dos estilos.
El fruto es una capsula bilocular que mide entre medio y un centímetro; sus minúsculas semillas son oscuras, pilosas y elipsoidales; el ochenta por ciento de ellas germina, lo que favorece su propagación. Necesita suelos ácidos con bastante materia orgánica, húmedos pero con buen drenaje; resiste bien el frío y hasta nevadas ocasionales.
Dentro de la medicina no tradicional se le atribuyen propiedades cicatrizantes, para lo cual se aplica la corteza machacada sobre las heridas. A pesar de cuánto se lo ha explotado, debido a su excelente madera con vetas oscuras, no se halla en peligro; en algunas zonas su falta se nota, pero hay poblaciones de Tineos dentro de varios Parques Nacionales por lo que su conservación está asegurada.