El Trigo de las vacas

La planta anual de consistencia herbácea, conocida comúnmente como Trigo de las vacas, originaria de Europa, recibe la denominación científica de Melampyrum  pratense y es miembro de la familia  Orobanchaceae (anteriormente  Scrophulariaceae), ronda el medio metro de altura. La encontramos en lugares umbríos, donde el terreno tiene composición ácida, formando  parte de la vegetación de sotobosque, desde el nivel del mar hasta los mil setecientos metros de altitud, en climas de templados a fríos.

Sus hojas verdes, sésiles y oval-lanceoladas, se distribuyen de manera opuesta en las ramas, miden alrededor de diez centímetros de largo por entre uno y tres de ancho. Florece abundantemente durante los meses cálidos. Sus flores (blancas, amarillas o mixtas) aparecen reunidas en inflorescencias unilaterales de tipo racimo, protegidas por brácteas erectas y con bordes astados. Cada flor es tubular y se abre en dos labios, el superior entero y con los bordes recurvados hacia adentro y el inferior terminado en tres lóbulos. Poseen además cuatro estambres con anteras mucronadas y un solo estilo.

Los frutos son cápsulas loculicidas, en las que cada carpelo abre por separado, que suelen contener hasta cuatro semillas; éstas tienen un reservorio de sustancias nutritivas, o eleosoma, que presenta gran atractivo para las hormigas, quienes al llevarlas al hormiguero las dispersan por los alrededores.

El Trigo de las vacas sirve como alimento a las orugas de la mariposa Melitaea athalia, que deposita en la superficie sus huevos. Dentro de la medicina no tradicional se le confieren propiedades anti reumáticas a una tisana preparada con las hojas. Hasta mediados del siglo pasado no era considerada una especie en peligro de extinción pero su hábitat natural ha ido en retroceso progresivo y eso ha afectado mucho la cantidad de ejemplares que pueden verse hoy en día en estado silvestre.

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