Se conoce popularmente como Espina de la Cruz a un arbusto de porte erguido, espinoso y melífero, abundantemente ramificado, denominado científicamente Colletia paradoxa, o Colletia cruciata, que pertenece a la familia Rhamnaceae y es originario de América del Sur; endémico de Argentina, Uruguay y la parte meridional de Brasil, donde lo encontramos desde el nivel del mar hasta los mil metros de altitud.
Es de crecimiento lento y suele medir entre uno y tres metros de alto; se lo emplea como especie ornamental por lo llamativo de su aspecto y como cerco vivo aprovechando sus coloridas espinas. Es típico de climas áridos y tolera bien las bajas temperaturas, incluso varios grados bajo cero, pero actualmente está en peligro de extinción debido a la alteración de su hábitat por la mano del hombre que introdujo especies exóticas que lo perjudican, por ejemplo la Zarzamora (Rubus ulmifolius).
Sus tallos carnosos y aplanados, o cladodios, son los que llevan a cabo la fotosíntesis. Florece desde finales del verano hasta bien entrado el otoño; da pequeñas flores tubulares y hermafroditas, muy aromáticas, que nacen en grupos de cinco a doce en las axilas de las hojas modificadas (espinas); su corola blanca rodea a cinco estambres que se destacan por sostener anteras negras.
Los frutos son cápsulas triloculares amarronadas (con un óvulo por lóculo), de apenas medio centímetro de diámetro, que conservan el cáliz y el pedicelo que son persistentes. Sus minúsculas semillas ovoides son oscuras y brillantes. Se lo reproduce mediante ellas y a través de esquejes que enraízan con celeridad. Necesita ubicaciones a pleno sol, suelos fértiles con Ph neutro y buen drenaje.