Recibe el nombre científico de Ferdinandusa panamensis un árbol de porte medio, originario de Centro América (donde se lo halla formando parte de los bosque húmedos de la región, desde el nivel del mar hasta los doscientos metros de altitud) que puede alcanzar los veinte metros de alto y pertenece a la familia Rubiaceae.
Posee tronco recto, muy ramificado, recubierto por una corteza, amarronada o rojiza, toscamente lenticelada. Sus hojas verdes, grandes (con un máximo de veinte por diez centímetros), pecioladas, ovales y acuminadas, de márgenes enteros, aspecto coriáceo y con estípulas interpeciolares, se distribuyen de manera opuesta en las ramas; en la cara inferior sus nervaduras están cubiertas por una fina pubescencia.
En primavera da flores hermafroditas reunidas en inflorescencias terminales (de tipo cima-paniculada o corimbo-paniculado) sostenidas por pedúnculos de entre dos y cinco centímetros de largo, y cada flor por un pedicelo de alrededor de un centímetro. El cáliz, formado por cinco sépalos verdes unidos, es tubular (mide cerca de dos centímetros y medio de longitud); la corola tiene cinco pétalos blancos orbiculares con dos incisiones cada uno en la parte superior, por lo que aparentan ser tridentados; un ovario con dos celdas y cinco estambres con anteras de color amarillo oscuro completan el conjunto.
Los frutos, que aparecen en el verano, son cápsulas dehiscentes, de consistencia herbácea, verdes y alargadas (de hasta siete centímetros de largo por uno o dos de ancho) que al madurar se tornan leñosas. Al abrirse dejan ver en su interior las semillas aladas, elípticas y planas que contienen, insertas en una pulpa rojiza.