El girasol (Helianthus Annuus) es una planta anual, resistente y de porte erguido, cuyas flores enormes y de un intenso color amarillo son lo más llamativo, aunque también existen en otros colores. El centro de la flor es un corazón lleno de semillas que son las conocidas y comestibles pipas de girasol. Las variedades más altas alcanzan una altura media de dos o tres metros, sobre todo si disponen de mucho sol y han sido abonadas abundantemente. Debido a su tamaño son plantas de exterior y de cultivo por lo que no son apropiadas para el interior, y tampoco para terrazas ni jardines demasiado pequeños; excepto algunas variedades que apenas tienen unos cuarenta centímetros de altura.
Como su propio nombre indica les encanta el sol y las temperaturas cálidas, por lo tanto la sombra queda descartada como ubicación para esta hermosa planta, sin embargo, sí es necesario que esté protegida del viento. En ocasiones, si queda demasiado expuesta a fuertes vientos será necesario entutorar para evitar que se parta.
Se puede regar en abundancia pero sin encharcar de formar que tengan una humedad normal y constante.
El terreno de plantación puede ser mantillo o se puede usar tierra de jardín mezclada con algo de arena, pero crece en cualquier suelo que tenga buenos nutrientes y drenaje.
La multiplicación del girasol se realiza normalmente por semillas (las pipas normales pueden servir siempre que no lleven sal ni estén tostadas) en abril, colocando cada semilla a una distancia adecuada de la siguiente para que crezcan con amplitud. Si se plantan en tiesto es mejor poner sólo una semilla en cada uno. Arraiga con facilidad. Florecerán en verano hasta otoño y se pueden abonar abundantemente hasta agosto.
El girasol se usa en ocasiones como flor cortada y como flor seca.