La Aglaonema, registrada bajo el nombre científico de Aglaonema commutatum, es una planta de interior que se distingue por la belleza de su follaje, de aspecto coriáceo y brillante, que posee dos tonos de verde, más claro en la parte de las nervaduras y más oscuro hacia los bordes (variegada). No demanda mayores cuidados y esa es otra de sus cualidades, también es muy resistente a plagas y enfermedades comunes. Es originaria de Asia y forma parte de la familia Araceae.
Mide entre treinta y ciento veinte centímetros de alto. Sus grandes hojas pecioladas, ovales y acuminadas, se distribuyen de manera alterna. Las flores, de coloración blanco-verdosa, son diminutas y se agrupan en una inflorescencia de tipo espádice. Los frutos son bayas rojizas. Se la puede reproducir mediante esquejes; como sustrato prefiere el humus a cualquier otro y se mantiene con un riego mínimo; si está a la sombra necesitará menos agua que si recibe mucha luz, es mejor guiarse por la sequedad de la tierra, la cual nunca deberá verse saturada totalmente.
Precisa ubicaciones con abundante luminosidad pero que no le dé el sol de pleno pues quemaría el follaje. El interior de la vivienda es un sitio complicado para que las plantas se encuentren bien, por lo común sólo las más fuertes sobreviven y la Aglaonema es una de ellas, su longevidad y el hecho de que florece durante muchos años la convierten en una de las mejores especies para tener en el hogar y en la oficina.
Si ocasionalmente la atacara la “Cochinilla algodonosa”, instalándose en las axilas de las hojas, podremos quitarlas con facilidad con un algodón embebido en agua jabonosa, pasándolo también por el revés de las hojas y los tallos para mayor seguridad.