La Fisostegia, cuyo nombre científico es Physostegia virginiana, es una planta herbácea perenne y rizomatosa de porte erecto, originaria de América del Norte (donde crece silvestre en praderas y valles), que suele medir entre medio y un metro de altura. Forma parte de la familia Lamiaceae. Se la emplea como ornamental en los jardines y no demanda mayores cuidados, dado que es rústica y de fácil cultivo.
Sus hojas estrechas y lanceoladas, de color verde oscuro en la cara superior y más claras en la inferior, tienen los márgenes serrados y pueden llegar a los quince centímetros de longitud; las basales aparecen en forma de roseta y las superiores se disponen de manera opuesta en los fuertes tallos cuadrangulares.
Durante el verano da hermosas flores tubulares rosadas (muchas veces moteadas de blanco o también de púrpura) o totalmente blancas como en la variedad “alba”, que se reúnen en densas inflorescencias terminales de tipo panícula o espiga, protegidas por brácteas. Para que la floración se prolongue es necesario ir eliminando las flores que se marchitan. Las largas varas de emplean como flor de corte y duran bastante en los floreros. Los frutos son pequeñas cápsulas, marrones al madurar, con la superficie lisa y opaca.
Se la propaga mediante semillas (poniéndolas a germinar apenas se las cosecha), división de mata o por esquejes. Precisa suelos ligeros y fértiles, ligeramente ácidos, lo ideal sería con partes iguales de arena y resaca de río. Prefiere ubicaciones a pleno sol aunque se adapta a sombra parcial. El riego debe ser moderado. No tolera los fríos intensos. Es bueno abonarla con harina de huesos al llegar la primavera. Hay que controlar su desarrollo porque es de crecimiento agresivo.