La Gilia azul, denominada científicamente Gilia capitata, es una planta silvestre anual, de consistencia herbácea, originaria de la parte oeste de América del Norte (donde se la encuentra desde Alaska hasta México); forma parte de la familia Polemoniaceae.
De porte erecto suele medir entre veinte y ochenta centímetros de alto, sus tallos son pubescentes. Es muy resistente y se adapta bien a distintos tipos de suelo, incluso a los arcillosos, pero prefiere los rocosos y arenosos con muy buen drenaje, crece desde el nivel del mar hasta los dos mil metros de altitud aproximadamente; tolera exitosamente las temperaturas extremas.
Sus hojas basales se disponen en forma de roseta, las superiores están formadas por delgados folíolos con los márgenes profundamente hendidos que se disponen indistintamente de manera alterna u opuesta. En primavera y verano da pequeñas flores con cinco pétalos blancos o de color azul claro que, en grupos de alrededor de cincuenta, se reúnen en inflorescencias terminales de tipo cima globosa que son empleadas como flor de corte para alegrar el interior de las viviendas; sus finos estambres sostienen anteras rebosantes de polen también blanco o celeste, lo cual representa un gran atractivo para las mariposas y las abejas, quienes junto con otros varios insectos son las que llevan a cabo la polinización.
Los frutos son cápsulas ovoides triloculares, recubiertas por una suave vellosidad, que contienen una semilla amarronada en cada lóculo. Se reproduce con mucha facilidad mediante sus semillas (sin necesidad de tratamientos previos) en otoño y primavera, aunque germina más rápido cuando recibe las lluvias otoñales. Precisa ubicaciones con mucho sol.