El Limero, o Lima, que responde a la denominación científica de Citrus aurantifolia, es un árbol perennifolio espinoso de bajo porte (mide alrededor de cuatro metros) perteneciente al género Citrus y dentro de él a la familia Rutaceae cultivado por la producción frutal que genera y que es muy apreciada mundialmente. Es originario de Asia desde donde se lo introdujo en Europa en la época de las Cruzadas; en la actualidad la mayoría de las variedades en cultivo son híbridos de la especie original que es el Cidro (Citrus medica).

Su tronco rara vez es recto y comienza a ramificar a pocos centímetros del suelo; es apto para ser cultivado como bonsái. Las hojas, de aspecto coriáceo muy brillante, son ovales y tienen el vértice acuminado, su color es verde amarillento, de allí su epíteto “aurantifolia” (de follaje dorado); suelen medir unos diez centímetros de longitud.

Da flores blancas, conocidas como azahares, delicadamente perfumadas, de cerca de tres centímetros de diámetro, que se presentan en solitario o reunidas en grupos. El fruto, llamado lima, es globoso; su color varía del verde al nacer hasta llegar al amarillo cuando madura (generalmente se los recolecta estando aún verdes); la pulpa también es verde y muy jugosa, de sabor ácido; su ingesta, recién sacados de la planta o incluidos en platos elaborados, aporta a nuestra dieta grandes dosis de vitamina C, así como también carbohidratos, azúcares, fibra, grasas, proteínas, ácido fólico y varios minerales.

Aceptado tanto por la medicina tradicional como por la no tradicional se le confieren grandes propiedades benéficas para el organismo en casos de infecciones, litiasis, afecciones hepáticas, gripes y resfríos; aplicado su zumo en uso externo es un excelente antiséptico. Su aromático aceite esencial se extrae de la cáscara y es empleado por las industrias farmacéutica y cosmética.