La planta perennifolia, de consistencia herbácea, conocida popularmente como Nalca, cuya denominación científica es Gunnera tinctoria, es originaria de Sudamérica y forma parte de la familia Gunneraceae. Mide alrededor de un metro de alto y se la emplea como ornamental en los jardines, en ubicaciones de preferencia sombreadas y húmedas similares a las de su hábitat silvestre.
Posee tallos subterráneos y de sus raíces se obtiene una tintura violácea, de allí su epíteto botánico de “tinctoria”. Tiene grandes hojas simples, palmeadas y alternas, de color verde oscuro y apariencia coriácea, que rondan el metro de diámetro, recubiertas por ambas caras con una gruesa pubescencia que las vuelve ásperas al tacto; la nerviación es muy marcada y tienen los márgenes profundamente hendidos.
Los fuertes pecíolos, o nalcas, que las sostienen, carnosos y comestibles, miden más de un metro de largo por cerca de quince centímetros de ancho y están recubiertos por espículas; su ingesta, ya sea crudos o cocidos, aporta mayormente a nuestra dieta agua y fibra. Además de servirse en ensalada con ellos se suelen preparar mermeladas y jugos. Dentro de la medicina no tradicional se les confieren propiedades astringentes.
Las inconspícuas flores, tanto hermafroditas como unisexuales, aparecen reunidas en abigarradas inflorescencias terminales; las masculinas se ubican en el vértice de las mismas y las femeninas y bisexuales en la base; todas carecen de pétalos, los cuales son reemplazados por dos tépalos; las femeninas cuentan además con dos estilos y las masculinas con dos estambres. Los frutos son drupas, globosas u ovoides, de color que va de anaranjado a rojizo.