La Nolina, que responde al nombre científico de Beaucarnea recurvata, forma parte de la familia Agavaceae y es originaria de América Central. Puede medir entre uno y diez metros de altura. Es de crecimiento lento y su edad se mide en siglos. Su particularidad es la almacenar agua en la base del tronco o caudex, donde el grosor del mismo puede alcanzar un par de metros de diámetro, o más, en ejemplares longevos. No comienza a ramificar hasta que alcanza la madurez sexual.
Sus numerosas hojas de color verde son largas (comúnmente miden entre uno y dos metros de longitud), acintadas y se curvan hacia abajo por su propio peso. Recién florece cuando pasa los diez años de vida; sus pequeñas flores blanco-verdosas se reúnen en apretadas inflorescencias de tipo panícula. El fruto es indehiscente; sus semillas tardan mucho en germinar y la mayoría de ellas no lo consigue por lo que es mejor propagarla mediante vástagos durante la primavera.
Prefiere los climas cálidos, suelos sueltos con buen drenaje y ubicaciones con mucha luz; el frío no le agrada y donde hay heladas conviene entrarla si está a la intemperie. Estando en interior o bajo techo durante el verano se deben pulverizar las hojas con agua para que no se sequen sus puntas y afeen el aspecto general de la planta, en invierno el riego debe disminuirse al mínimo indispensable y más cuando el tronco tiene ya consistencia leñosa (lo mejor es aguardar a ver el sustrato seco).
Aunque es bastante resistente a las plagas y enfermedades suelen atacarla los ácaros y las cochinillas por lo que hay que prestar mucha atención para que no proliferen, si sucediera se procede a limpiar sus hojas con agua jabonosa.