Se conoce comúnmente como Rosa de Woods (nombrada en honor del erudito botánico Joseph Woods) y científicamente como Rosa woodsii a un arbusto muy ramificado, espinoso y caducifolio, que puede alcanzar los tres metros de alto y forma densos matorrales, originario de América del Norte (Alaska, Canadá y la región centro-oeste de los Estados Unidos entre los ochocientos y los tres mil quinientos metros de altitud); es miembro de la familia Rosaceae.
Sus rectos tallos suelen ser de color gris o marrón-rojizo y presentan gran cantidad de espinas delgadas. Sus hojas de distribución alterna están compuestas por un número impar de folíolos glabros (entre cinco y nueve de ellos) de unos cinco centímetros de largo, verdes, ovales y con los bordes serrados.
En primavera da bellas y llamativas flores perfumadas, con cinco pétalos libres en diferentes tonos de rosa (de pálido a oscuro y brillante), que se reúnen en inflorescencias terminales de tipo cima, formadas por no más de cinco ejemplares sostenidos por cortos pedicelos. El cáliz lo conforman sépalos verdes lanceolados y tiene varios pistilos y numerosos estambres con anteras repletas de polen anaranjado. Duran sólo un día abiertas y atraen mucho a las abejas.
Los frutos son bayas globosas rojas, o “escaramujos”, de poco más de un centímetro de diámetro que conservan el cáliz que es persistente. Pueden ser desde harinosos hasta dulces, dependiendo de la cantidad de agua y sol que haya recibido el arbusto y acostumbran ser mejores incluso luego de haber pasado por una o dos heladas.
Puede hibridarse con otras variedades de rosas silvestres. Se lo reproduce tanto por semillas como por métodos vegetativos. Prefiere suelos rocosos o arenosos pero se adapta a diferentes terrenos siempre que tengan buen drenaje puesto que la humedad frecuente facilita la aparición de hongos en sus raíces.