La Rubia roja, que responde al nombre científico de Rubia tinctorum, es una planta empleada por la industria química para la fabricación de tintes textiles y por la industria farmacológica que extrae de ella los numerosos componentes benéficos que contiene; pertenece a la familia Rubiaceae y es originaria de las zonas montañosas y húmedas que bordean las costas del Mar Mediterráneo.
Mide entre cincuenta centímetros y un metro de altura; de su raíz roja es de donde se extrae la tintura (el conocido rojo de Alizarina, que toma bien en las telas y permanece intacto tras el paso del tiempo); el tallo es cuadrangular (tetragonal) y pubescente; sus hojas, de forma lanceolada y revés también recubierto por una fina vellosidad, nacen enfrentadas en grupos de cuatro a seis y están sostenidas por minúsculos pecíolos de apenas uno o dos milímetros de longitud.
Florece ya bien entrada la primavera; sus pequeñas flores hermafroditas, de color amarillo, se reúnen en inflorescencias de tipo panícula; el cáliz verde es gamosépalo y la corola dialipétala es pentámera; al androceo lo componen cinco estambres y al gineceo un ovario bicarpelar con estigma de color verdi-negro. Los frutos son bayas carnosas indehiscentes.
Del alargado rizoma rojizo y de las hojas se obtienen, además, los principios activos medicinales, recolectados luego de que la planta alcanza los dos años de edad y puestos a secar; un campo cultivado de Rubia da buena producción durante diez años. Entre sus propiedades se hallan la de ser colagoga, astringente, laxante, emenagoga, diurética y colerética; se dice también que ayuda a la disolución de los cálculos renales y regula la presión arterial. En uso externo es antiséptica, desinfectante y antiinflamatoria. De todos modos hay que administrarla con cuidado porque en altas dosis puede ser cancerígena y no se la debe ingerir durante el embarazo porque trae aparejadas malformaciones congénitas.