La Silene, que responde al nombre científico de Silene acaulis, es una pequeña planta dicotiledónea perteneciente a la familia Caryophyllaceae. Es originaria de la parte norte de Europa, donde hace más frío y se la puede encontrar también expandida por las altas montañas más hacia el sur del continente (se la halla fácilmente desde los acantilados de las Islas Feroe hasta los Pirineos).
Posee una raíz pivotante de gran longitud y fortaleza, con varias raicillas secundarias que completan el aparato radicular. De porte rastrero sus largos tallos se extienden por el terreno, creando masas densas y bajas que lo cubren todo, hecho por el cual se la tomó en un principio por un musgo tapizante. Cada tallo cuenta con varias hojas nuevas, triangulares y carnosas, desprovistas de pecíolo (de donde proviene su epíteto “acaulis”), que nacen en su ápice en forma de roseta, mientras que las más antiguas quedan debajo formando una especie de cojín abovedado.
Las flores de nacimiento terminal, una por tallo, son de color rosado o lila y con cinco pétalos acanalados bastante parecidos a los de los claveles, ello hace que se la conozca también con el apelativo de “Clavel rastrero” en muchos lugares; miden alrededor de un centímetro y medio de diámetro; el cáliz es rojizo. La floración se prolonga por varios meses. Hay ejemplares con flores masculinas provistas de diez estambres y los hay con flores femeninas de tres estilos. El fruto es capsular.
Prefiere suelos secos y pedregosos aunque puede adaptarse con facilidad a otros tipos de suelo, dado que ella misma logra crear su propio microclima en el interior de la mata, con una temperatura y una humedad constantes.