Se conoce popularmente como Agave mechudo a una especie perenne, cespitosa y rupícola (que se cría entre las rocas) de maguey, endémico de la Sierra Madre Oriental de México (entre los mil y los mil quinientos metros de altitud), que posee la característica de tener un mechón anular de pelos blancos en la parte superior de las hojas, rodeando la oscura y robusta espina del ápice. Está registrado científicamente como Agave albopilosa y forma parte de la familia Agavaceae.
No quedan muchos ejemplares por lo que se la considera amenazada, aunque aún no en peligro de extinción. Su raíz leñosa mide hasta veinte centímetros de longitud y se ancla a las rocas. Sus más de cien fuertes hojas glabras, verdes y suculentas, están ligeramente curvadas hacia el centro de la planta conformando una roseta casi simétrica y tienen los márgenes serrados.
Da pequeñas flores verdosas (con tintes purpúreos) y campanuladas, de no más de dos centímetros de largo, que se reúnen en densas inflorescencias terminales de tipo espiga sostenidas por un grueso pedúnculo bracteado de entre treinta y cincuenta centímetros. Están compuestas por un ovario ínfero oblongo, seis pétalos parcialmente soldados y algo incurvados, seis estambres (con filamentos aplanados y anteras amarillas) y un estilo cilíndrico provisto de un estigma trilobulado.
Los frutos son cápsulas de alrededor de un centímetro con estrías transversales. Las semillas son planas, negras, lisas y semicirculares. Por su morfología presenta similitud con Agave stricta y Agave rzedowskiana, aunque difiere lo suficiente (en el tamaño de las flores y la cantidad de pubescencia principalmente) para haber sido declarada variedad aceptada.