La Zamioculcas zamiifolia (Caladium zamiifolium, según otra clasificación) es una planta herbácea, monocotiledónea, monoica, perenne, rizomatosa y venenosa que forma parte de la familia Araceae, originaria de los bosques tropicales y tierras húmedas del continente africano.
Ronda el medio metro de altura y se la utiliza como especie ornamental. Tiene hojas paripinnadas de alrededor de sesenta centímetros de longitud, compuestas por entre seis y ocho pares de folíolos opuestos, con aspecto coriáceo, forma elíptica, borde entero y color verde intenso.
Desde mediados del verano hasta comienzos del invierno da flores de color amarillo o crema, que se reúnen en una inflorescencia de tipo espádice de unos siete centímetros de largo, rodeada por una amplia bráctea o espata oval algo recurvada de color blanco verdoso, de ocho centímetros y sostenida por un fuerte pedúnculo. La polinización es efectuada por los insectos. El fruto es una baya blanca, de un centímetro de diámetro, que conserva adherido el cáliz que es persistente; la dispersión la llevan a cabo las aves y algunos mamíferos.
Se la propaga con facilidad dado que sus partes aéreas apenas entran en contacto con la tierra comienzan a echar raíces. Su mantenimiento también es sencillo, aun cuando nos olvidemos de regarla ella almacena reservas en el bulbo y puede subsistir por bastante tiempo, lo mismo en caso se sequía; lo ideal es suministrarle agua cada dos semanas, porque el mayor peligro es la abundancia de líquido dado que pudre la base de la planta, por ello es que prefiere los suelos sueltos y ligeros; si está en maceta conviene agregar piedras o guijarros en la base, antes de colocar el sustrato, para que el agujero de drenaje no se tape. No debe recibir sol directo pues quema sus hojas y hay que mantenerla alejada de los niños y mascotas de la casa debido a su alta toxicidad.