Caulerpa taxifolia

Caulerpa taxifolia

El alga tropical Caulerpa taxifolia, perteneciente a la familia Caulerpaceae, se ha convertido en un grave problema para todo el ecosistema del Mar Mediterráneo. Esto sucede con la mayoría de las especies que son trasladadas de una zona a otra del planeta donde al insertarse provocan cambios inesperados en su nuevo hábitat. En su lugar de origen crece lenta y moderadamente pues cuenta con predadores naturales que la contienen, pero en el Mediterráneo éstos no están presentes.

El problema se suscito a raíz de que se vació el contenido de las peceras (que supieron contener peces tropicales en su momento) de un acuario en el mar sin prever las consecuencias que esto traería. En poco tiempo se convirtió en invasora, perjudicando no sólo a la flora sino también, indirectamente, a la fauna que se alimentaba de aquella. Ya gran parte del mar está infestado y se trata de controlar los brotes de nuevas colonias, cosa que se torna muy difícil por la facilidad con la que se reproducen las algas: Sólo una pequeña porción de ellas que quede enganchada en una hélice, en la pala de un timón, en el ancla o adherida tan sólo a la quilla de una embarcación da origen a una población nueva.

Es en verdad alarmante, con su crecimiento desmedido van reemplazando a las especies autóctonas (como las algas Posidonia) y los animales de escasa movilidad que no se desplazan en busca de alimento quedan sin su fuente de comida habitual y por ende desaparecen. Su reproducción es asexual y crece a razón de un centímetro diario. Su genética se ha ido modificando merced a los productos usados para criarla en el acuario y a la luz ultravioleta utilizada en el establecimiento, transformándola en un ser por demás adaptable y de mucho mayor tamaño (un sólo estolón de alrededor de tres metros posee un promedio de doscientas ramificaciones).

Aunque en su estado original flota en aguas cálidas, en la actualidad soporta perfectamente bien temperaturas que promedian los 10º grados centígrados. Se ha establecido en profundidades que rondan entre los cinco y los quince metros y produce una toxina denominada “caulerpenina” que está exterminando a los pobres peces que intentan saber si es comestible o no este nuevo habitante de las costas.

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