El denominado comúnmente Carzo, o Carza, es un árbol dioico perennifolio, de amplia copa y bajo porte, que puede llegar a medir unos ocho metros de alto, aunque usualmente no sobrepasa los cinco; recibe el nombre científico de Haplorhus peruviana, forma parte de la familia Anacardiaceae y es originario de América del Sur (Chile y Perú) donde se lo encuentra desde el nivel del mar hasta los mil quinientos metros de altitud, en solitario o en pequeños grupos de pocos ejemplares.
Debido a la tala indiscriminada, a la que se vio sometido para utilizarlo como leña, y a la supresión de importantes recursos hídricos que fueron empleados para la minería se halla en peligro de extinción. Sobrevive hasta ahora gracias a su importante desarrollo radicular que le permitió adaptarse a las nuevas condiciones semidesérticas del hábitat donde otrora prosperaba. Su tronco, de casi medio metro de diámetro, está recubierto por una corteza amarronada que se desprende longitudinalmente en tiras y le da aspecto desaliñado.
Las ramas son colgantes, glabras, de tonalidad rojiza y muy resinosas. Tiene hojas verdes de aspecto coriáceo, simples y lanceoladas, con los márgenes enteros o apenas aserrados y una longitud que ronda los diez centímetros por sólo uno o dos de ancho; se ubican de manera alterna en las ramas.
En la primavera da hermosas flores rojas, actinomorfas y unisexuales, pediceladas y protegidas por brácteas las femeninas y sin pedicelo y con diez estambres (con anteras globosas de indehiscencia longitudinal) las masculinas, que aparecen reunidas en largas panículas axilares péndulas. Fructifica en verano, el fruto es una minúscula drupa rojiza y carnosa que contiene una sola semilla en su interior y se oscurece al madurar.