El Romerillo, también conocido comúnmente como Escoba del Desierto, cuyo nombre científico es Baccharis sarothroides, es un arbusto leñoso, caducifolio y dioico, profusamente ramificado, perteneciente a la familia Asteraceae, originario del Desierto de Sonora en América del Norte. Mide entre uno y cuatro metros de alto y en su hábitat natural lo encontramos creciendo siempre en suelos secos, arenosos o pedregosos, desde el nivel del mar hasta una altitud de novecientos metros.
Posee glándulas secretoras en las hojas y en los tallos jóvenes (rectos y de superficie acanalada) lo que lo vuelve pegajoso al tacto. Sus hojas caulinares, simples, sésiles, de forma lineal a lanceolada, pequeñas y gruesas con márgenes enteros, que se distribuyen de manera alterna en las ramas, están ausentes de la planta gran parte del año, lo que le da a la misma un aspecto desgarbado. Las abundantes y pequeñas flores blanco-verdosas se reúnen en densas panículas terminales, crecen separadas en distintos pies las femeninas de las masculinas. Los frutos son cilíndricos, miden menos de medio centímetro y están provistos de un vilano con varias cerdas.
Se utiliza al Romerillo en los jardines como seto divisorio o para tener intimidad; acepta muy bien las podas periódicas. El riego debe ser de moderado a escaso, demasiada agua puede matarlo. Los nativos americanos preparaban con sus ramillas una decocción que decían aliviaba los síntomas del resfrío y la migraña provocada por la sinusitis. En uso externo se masajeaban con él las zonas musculares del cuerpo que padecían algún dolor. Estudios recientes han demostrado que el Romerillo es rico en un flavonoide específico muy útil como anti inflamatorio, antioxidante y reductor de los índices de colesterol.