Se denomina comúnmente Tulipero de Virginia, o Árbol de los tulipanes, al árbol caducifolio de alto porte y copa amplia denominado científicamente Liriodendron tulipifera, originario del este de América del Norte (donde lo encontramos creciendo silvestre a orillas de ríos y arroyos), miembro de la familia Magnoliaceae. Se lo emplea como especie ornamental por la belleza de sus flores y sus hojas. En condiciones óptimas puede llegar a vivir hasta doscientos años.
Sus raíces son carnosas. El tronco recto está recubierto por una corteza gris-amarronada en parte agrietada en parte escamosa. Posee grandes hojas simples, glabras, de color verde claro y aspecto coriáceo, con una forma muy característica, con los márgenes profundamente escindidos lo que les da aspecto de ser lobuladas; están sostenidas por largos y gráciles pecíolos angulares y se disponen de manera alterna en las ramas. Durante el otoño amarillean antes de caer.
Da también grandes flores amarillo-verdosas con una mancha anaranjada en la base de cada uno de los seis tépalos, terminales y solitarias, sostenidas por robustos pedúnculos, de apariencia similar a la de los tulipanes, de allí su nombre. Los capullos están protegidos por dos brácteas triangulares que caen al abrirse. El cáliz, formado por tres sépalos imbricados, es tempranamente decíduo. Son ideales para la apicultura por la cantidad de néctar que proveen. Los frutos, marrones y alargados, están compuestos por varias sámaras que se dispersan con el viento al madurar.
Se lo propaga mediante semillas o esquejes. Es de rápido crecimiento. Prefiere ubicaciones que vayan de sol pleno a media sombra y suelos profundos y húmedos, algo ácidos. No tolera la salinidad ni la falta de agua. Suelen atacarlo pulgones y cochinillas por lo que hay que estar atentos durante su desarrollo y prevenir limpiando el follaje con agua jabonosa. Necesita esporádicas podas de formación. Brinda buena madera, clara, liviana y fácil de trabajar.