La  denominada comúnmente “Enamorada del muro” es una especie de ficus trepadora que recibe el nombre científico de Ficus pumila y pertenece a la familia Moraceae. Es originaria del este asiático y emplea las raíces adventicias que poseen sus largos tallos (de hasta dos metros de longitud)  para fijarse a los muros por los que va subiendo. Presenta la característica de exudar un látex de aspecto lechoso al ser cortada alguna de sus partes.

Posee hojas verdes pequeñas, de dos o tres centímetros de largo, de forma oval o acorazonada y aspecto coriáceo; en las variegadas, matizadas de blanco o amarillo, la diferencia de tonos les agrega encanto. Sus flores son minúsculas e inconspicuas. Los frutos, de ovales a esféricos, verdes al principio y de naranja hasta púrpura al madurar,  miden alrededor de medio centímetro y tienen desagradable sabor.

Puede ser cultivada en el interior de la vivienda, en maceteros o tiestos colgantes, dado su importante valor ornamental y allí estará protegida de los fuertes fríos en zonas que no le sean propicias (como las de clima tropical a templado que son las de su hábitat natural) pues no soporta las heladas. No precisa tampoco que le de sol pleno, una media sombra es lo adecuado. Requiere de bastante humedad ambiente y admite el rociado de las hojas en épocas de sequía.

Es sencilla su propagación mediante esquejes y acodos porque enraíza con facilidad. Prefiere suelos sueltos con buen drenaje, puesto que aunque le gusta que estén algo húmedos no tolera los estancamientos de agua. Si está en macetas se acostumbra colocar un plato con piedras y agua debajo de ellas para suministrarle algo de humedad extra que le favorece enormemente.

Necesita abonos periódicos, cada quince días es lo recomendado, especialmente durante su crecimiento y habrá que protegerla de la “Arañuela roja” que la ataca cuando el clima es muy seco. Precisa esporádicas podas de mantenimiento para quitar ramas y hojas que se hayan secado o cortar aquellas que se han extendido demasiado.