Antes de ser sembradas la mayoría de las semillas requiere un tratamiento previo, si sólo tienen un recubrimiento delgado una horas de remojo en agua bastarán para ablandarlo, pero en ocasiones esto no es suficiente y debemos recurrir a otros dos procesos que ayudan y con los que se obtienen óptimos resultados a posteriori.
Uno es la estratificación, aplicable a todas las semillas puesto que las estimula a comenzar el ciclo germinativo. Primeramente las dejaremos sumergidas en agua por uno o dos días y luego de escurrirlas las incorporaremos a una mezcla en partes iguales de arena y turba dentro de una bolsa plástica que guardaremos en la heladera, sin olvidar ponerle una etiqueta con el nombre de la planta a la que pertenecen. Algunas especies pueden estratificarse hidratándolas solamente y guardándolas en bolsas herméticas. Mantener vigilada la humedad durante el proceso que puede llevar largo tiempo y si la germinación da comienzo antes de los esperado proceder a la siembra.
O también pueden usarse vasos plásticos y envases con tapa para colocar en ellos las semillas ya en tierra humedecida, cubriéndolos luego con una bolsa plástica antes de llevarlos a la heladera, cada tanto se los abrirá para evitar la formación de hongos; transcurridas unas semanas se sacan para ubicarlas en un lugar donde la temperatura sea más bien elevada (pero no a sol directo) y a los pocos días veremos que comienza la germinación.
El otro proceso se denomina escarificación, y consiste en aligerar la cubierta dura que tienen algunas semillas con el fin de que puedan absorber en menos tiempo el agua que necesitan para iniciar su germinación. Esto puede llevarse a cabo raspando la superficie con una lima suave o con lija o bien efectuando algún corte, con cualquiera de las tres opciones debemos extremar cuidados para no dañar partes vitales y, además, se las sumerge tras ello en agua tibia por veinticuatro horas. El agua caliente, cercana a los 100º, produce también un ablandamiento de las capas externas, entonces se introducen las semillas en ella y se retira de inmediato el recipiente del fuego, se las deja todo un día en ese agua y se siembran de inmediato al escurrirlas.
Con semillas que sean extremadamente difíciles de hacer germinar, o que demanden mucho tiempo para lograrlo, pueden utilizarse los dos métodos descriptos aunados, comenzando por el escarificado y procediendo seguidamente a una estratificación de ayuda en el refrigerador.