La Caña de Azúcar, o Saccharum officinarum es una planta herbácea vivaz de la familia de las Poaceae comúnmente denominadas Gramíneas. Es originaria de India pero su cultivo se ha extendido a varias regiones del planeta con clima muy cálido. Se la muele en un trapiche para extraer su jugo. Los principales productos elaborados en base a ella son el alcohol y el azúcar.
Esta hierba tiene un rizoma del que nacen numerosas raíces fibrosas. Produce tallos rectos, cilíndricos, cubiertos por una sustancia cerúlea, macizos en los nudos, de colores que van del amarillo al violáceo dependiendo de la variedad, al igual que las alturas que fluctúan entre los 2 y los 4 metros, con un diámetro de 4 a 8 cm.
Las hojas son alternas, dísticas, formadas por una vaina larga y abierta, lígula muy corta, entera y arqueada; limbo ancho y largo, con bordes aserrados, atenuado y agudo en el ápice. Van desprendiéndose a medida que la caña madura, desde abajo hacia arriba, así que para la época de cosecha (zafra) sólo quedan unas pocas en la parte superior.
Las flores se reúnen en una panícula terminal que es ancha, piramidal, a veces de hasta un metro de largo. Las glumas poseen nervios poco marcados y largas vellosidades en su dorso. Tienen tres estambres con filamentos largos y anteras versátiles, biloculares, dehiscentes con dos hendeduras longitudinales. El ovario es liso con estilos color rojo. Los frutos o cariópsides miden 1,5 mm. de largo y generalmente son estériles.
Los mejores terrenos para la Caña de Azúcar son los de aluvión, pero se adapta a otros mientras que sean fértiles con suficiente cantidad de humus. Si se halla en zonas de mucha precipitación conviene efectuar canales para que el agua corra y no se estanque, lo cual perjudicaría a los rizomas. Cuanto más seco y caliente es el clima y más seco el suelo tanto más rápido madura.
La caña está compuesta por: Agua 75%; sustancias nitrogenadas 1,49%; grasa 0,55%; sacarosa 14,32%; glucosa 0,49%; celulosa 7,04% y cenizas 0,69%. Algunas de las plagas que pueden afectarla son: el Carbón, el Gusano chupador, el Pulgón amarillo, el Mosaico y la Cochinilla, pero son todos tratables con insecticidas sistémicos mediante sopleteado.
