Se conoce con el nombre científico de Astragalus lentiginosus, a una especie herbácea silvestre de legumbres, originarias de América del Norte, que pertenecen a la familia Fabaceae. Hay distintas variedades y todas difieren bastante en sus flores y frutos, siendo esa la mejor manera para identificarlas individualmente.

Mayoritariamente son perennes, pero hay algunas anuales; rara vez exceden los veinte centímetros de alto y crecen en tierras con altos niveles de carbonato de calcio. Sus tallos pueden ser postrados o erectos, glabros o pubescentes; las hojas, que alcanzan los quince centímetros de longitud, están formadas por varios pares de pequeños folíolos. Sus minúsculas flores, de colores que van del blanco al violeta y muchas veces tienen mezcla de ambos, se reúnen en inflorescencias espigadas.

La mayoría de las variedades da como fruto una vaina o legumbre globosa con motas rojizas en toda su superficie y dehiscencia lateral; al secarse adquiere una consistencia similar al papel. Se reproducen mediante semillas, las cuales deben ser sumergidas en agua antes de sembrarlas para que el embrión logre humectarse adecuadamente.

Cuando fueron descubiertas a muchas de ellas se las clasificó como especies diferentes hasta que bastante tiempo después fueron asociadas para compartir un misma taxonomía; algunas quedaron dentro de los géneros Cystium y Tium pero gracias a un trabajo de revisión molecular se encontró un componente genético que aunó todas las variedades, elevando su número de 36 a 42.

Entre las más conocidas y cultivadas se encuentran la Astragalus lentiginosus coachellae, la Astragalus lentiginosus australis, la Astragalus lentiginosus floribundus y la Astragalus lentiginosus scorpionis; la primera de ellas, junto con la Astragalus lentiginosus piscinensis, ambas endémicas de California, se hallan en peligro de extinción en su hábitat natural. Unas cuantas resultan tóxicas para el ganado y los ciervos cuando las ingieren habitualmente.