El Palmito salvaje

El conocido comúnmente como Palmito salvaje, responde al nombre científico de Serenoa repens (también se lo encuentra clasificado como Sabal serrulata); es originario de las costas arenosas de América del Norte y forma parte de la familia Arecaceae. Suele rondar los tres metros de alto. Es una planta perenne muy resistente a diferentes condiciones climáticas y se adapta bien a variados tipos de suelo, aunque prefiere los arenosos y los calcáreos.

Sus hojas verdes palmeadas, divididas en cerca de treinta lóbulos rígidos, lanceolados, fibrosos y provistos de una espina en el ápice, se disponen en el tronco en forma de corona y miden hasta un metro y medio de largo. Están sostenidas por pecíolos que tienen el margen dentado.

En la primavera aparecen sus pequeñas flores bisexuales, suavemente perfumadas y de color crema (provistas de tres sépalos, tres pétalos imbricados, tres pistilos con tres óvulos de los cuales sólo uno se transformará en fruto y seis estambres con anteras dorsifijas) que se disponen en inflorescencias axilares de tipo panícula ascendente. Los frutos son drupas globosas comestibles de unos dos centímetros de diámetro que contienen en su interior una sola semilla ovoidea de piel lisa y oscura, endosperma homogéneo y embrión basal.

Se la considera una planta medicinal pues ayuda a pacientes con mal funcionamiento de próstata,  cálculos en los riñones y cistitis gracias a sus propiedades diuréticas, descongestivas y anti inflamatorias del tracto urinario. Los nativos de las zonas en las que crece empleaban sus frutos como reconstituyentes, para fortificar el organismo. De la planta extraían además aceite y fibras.

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