El Ciprés mexicano, Cedro blanco o Cedro de San Juan, es un árbol monoico perennifolio de alto porte (entre 30 y 40 metros, con un diámetro troncal de más de cien centímetros) que responde al nombre científico de Cupressus lusitánica, es originario de América del norte y central (donde se lo encuentra en laderas, barrancos y cimas rocosas, a altitudes que van desde los mil quinientos a los tres mil metros, formando bosques puros) y miembro de la familia Cupressaceae.
Su copa es cónica y de follaje denso, las hojas son escamosas. Se lo emplea como ornamental en parques y jardines y también para reforestar, cultivándoselo además para proveer al mercado de árboles de Navidad. Hasta un ochenta por ciento de su tronco recto, recubierto por una corteza grisácea, se aprovecha como madera o para la producción de celulosa para fabricar papel.
Produce conos (casi esféricos) anualmente aunque éstos maduran en su segundo año de vida; se los recolecta cuando toman color marrón-rojizo, justo antes de abrir; luego se los seca al sol para que liberen la simiente. La propagación se efectúa mediante esas semillas aladas que mantienen su viabilidad por bastante tiempo, pero recién los ejemplares de entre diez y doce años las producen de buena calidad. En los viveros se las siembra en camas de arena que se mantienen húmedas y en un período de una a cuatro semanas comienzan a aparecer las plántulas.
A los seis meses ya miden alrededor de treinta centímetros y muestran algo de consistencia leñosa. El trasplante se debe realizar con extremo cuidado para no dañar las raíces. Precisa suelos profundos, de consistencia arcillosa a limosa, con buen drenaje; de preferencia con agregado de materia orgánica. Ubicados a media sombra se pueden obtener también nuevos ejemplares mediante acodos y esquejes. Es bueno proporcionarles abonos foliares cada tanto.