La Chirivía, que responde al nombre científico de Pastinaca sativa, es una planta bienal originaria del norte de Asia que forma parte de la familia Apiaceae (Umbelíferas). Su raíz cónica, gruesa y carnosa, es comestible; tiene aspecto similar al de la zanahoria pero difiere en el color más claro y en que su poder alimenticio es mayor.
El primer año aparecen sus grandes hojas imparipinnadas (formadas por folíolos sésiles con los márgenes profundamente dentados) y durante el segundo surgen ramificaciones de más de medio metro de alto en cuyo ápice sostienen pequeñas flores de cinco pétalos blanco-verdosos, o amarillo-verdosos (recurvados hacia adentro), reunidas en inflorescencias de tipo umbela. La polinización es efectuada por los insectos y los frutos son esquizocarpos con membranas que semejan alas.
Para reproducirla es preferible utilizar semillas frescas puesto que no tienen un largo período de viabilidad; se la siembra al comienzo de la primavera directamente o en almácigos, a poca profundidad; en una semana se observan ya las plántulas. Aunque se halla distribuida por gran parte del planeta necesita de climas muy fríos para ser más sabrosa. Precisa suelos sueltos y fértiles (es bueno añadirles compost o humus de lombriz) en los que puedan desarrollarse libremente sus raíces. El riego debe ser moderado, nunca excesivo. No requiere de mayores cuidados. A los cuatro meses veremos que asoman de la tierra y se las puede comenzar a cosechar.
Su ingesta, preferiblemente luego de cocerla, aporta a nuestro organismo hidratos de carbono y varias vitaminas y minerales. Dentro de la medicina no tradicional se le confieren propiedades diuréticas (se dice que elimina piedras y arenillas en general), reguladoras de la tensión arterial, antifebriles y anti reumáticas.