La denominada comúnmente “Colombina roja” es una planta silvestre, perenne y de consistencia herbácea, que responde al nombre científico de Aquilegia Formosa y pertenece a la familia Ranunculaceae. Es originaria de América del Norte y por la belleza de sus flores actualmente se la está introduciendo como ornamental en los jardines. Mide alrededor de sesenta centímetros de altura; sus hojas basales son trilobuladas, de un tono verde claro y tienen los bordes festoneados o crenados mientras que las superiores son ovales, con margen liso y color verde oscuro.
Florece durante la primavera y el verano. Sus flores solitarias y bicolores, amarillas y rojas, son muy llamativas; poseen un diámetro de cerca de cinco centímetros por otro tanto de longitud. La parte roja de las mismas está conformada por los sépalos pubescentes del cáliz y la parte amarilla interior son los pétalos y los numerosos estambres. Tiene dos principales visitantes polinizadores, las polillas esfinge y los colibríes. Aunque esta parte de la Aquilegia es comestible por el suave sabor dulzón de su néctar, no lo son las demás, dado que contienen compuestos tóxicos, en especial las semillas oscuras (pero sirven, colocadas dentro de bolsitas, para aromatizar la ropa).
Se la encuentra asociada a vegetación de chaparral, robledales y bosques mixtos de coníferas; no así en zonas desérticas o abiertas ni a altitudes que sobrepasen los tres mil metros. Prefiere lugares húmedos tales como las orillas de ríos y arroyos.
Los nativos de su zona de origen confeccionaban perfume con las flores y preparaban mediante maceración de las raíces una pasta que aplicaban sobre las articulaciones en casos de reuma o artrosis; con su decocción obtenían un calmante para la tos y un tónico que en uso externo se aseguraba que detenía la caída del cabello.