Se conoce comúnmente como Hortensia de invierno a una planta perennifolia vivaz, de consistencia herbácea, originaria del noreste asiático (Siberia), denominada científicamente Bergenia crassifolia. También suele llamársela Col de invierno. Es miembro de la familia Saxifragaceae. Se la emplea como ornamental en los jardines por la belleza de sus flores y de su follaje. Mide entre quince y cuarenta centímetros de alto, al crecer adquiere la forma de mata redondeada y su cultivo no demanda mayores cuidados.
Sus hojas ovales de buen tamaño, color verde brillante y aspecto carnoso, con nervaduras más claras muy marcadas, brotan de un gran rizoma o tallo subterráneo reunidas en una roseta basal; si la temperatura baja mucho más de lo habitual se tornan rojizas.
Hacia fines del invierno aparecen las flores reunidas en racimos globosos sostenidos por fuertes pedúnculos rojos; son acampanadas, con cinco pétalos rosados (obtenidas bajo cultivo hay variedades de otros tonos, de blanco a púrpura) y presentan un particular atractivo para las mariposas. Si se le quitan los restos de flores antiguas florece hasta bien entrado el verano.
Necesita ubicaciones a pleno sol o con sombra parcial, dependiendo de la intensidad del clima. Admite el cultivo en maceta aunque prefiere el exterior, tolerando incluso las heladas. El riego debe ser moderado pero constante; se marchita enseguida ante la falta de agua. Se la multiplica mediante división del rizoma o a través de sus semillas. Precisa suelos ricos en humus con el agregado de materia orgánica. Hay que mantener alejados de ella a los caracoles y babosas que son sus principales predadores.