La Manzana de Sodoma

La Manzana de Sodoma, cuyo nombre científico es Calotropis procera, es un árbol o arbusto perennifolio de entre uno y cuatro  metros de altura, perteneciente a la familia Apocynaceae, subfamilia Asclepiadaceae, originario del norte del continente africano y el oeste asiático. A pesar de que el exterior de sus frutos es tentador no son aptos para el consumo, puesto que contienen una savia de aspecto lechoso que es extremadamente amarga y tóxica.

Al apretar entre las manos un fruto seco se desprende una nube de polvo y quedan restos como de cenizas o algunas pocas fibras, de allí el nombre con el que se lo bautizó, haciendo alusión a la destrucción total, ocurrida en la antigüedad, de la ciudad de Sodoma mencionada en la Biblia y se lo asocia con el “árbol del bien y del mal” que les estaba prohibido tocar a Eva y Adán.

Su corteza es grisácea y suberosa (con aspecto de corcho, semejante a la del alcornoque). Comienza a ramificar a ras del suelo, por ello es que si se lo quiere cultivar como árbol hay que efectuarle podas periódicas para que crezca en alto más que en ancho y tenemos que proporcionarle, además, suelos arenosos o pedregosos. Las ramas verdes jóvenes son pubescentes y se tornan glabras a medida que envejecen. Posee grandes hojas sésiles (o con muy corto pecíolo), ovales o elípticas, de bordes enteros y con nervios muy marcados, que se ubican de manera alterna en las ramas.

Las flores hermafroditas, de tres o cuatro centímetros de diámetro, se reúnen en inflorescencias de tipo cima sostenidas por pedicelos cubiertos por una fina pilosidad blancuzca de unos dos centímetros de largo; están formadas por cinco pétalos aterciopelados que pueden ser ovales o triangulares, de color púrpura generalmente; en medio está el disco nectarífero de cinco lados que suele ser blanco o amarillo, con cinco estambres también púrpuras.

Fructifica a los dos meses de florecer, aproximadamente, y muchas veces coinciden flores y frutos al mismo tiempo en la planta. Los frutos se asemejan a las manzanas verdes por la tonalidad que tienen y la piel lisa y tersa, por su redondez también u poco a las naranjas, penden agrupados en racimos de tres o cuatro. Su forma globosa se debe al aire que contienen; en el centro hay un pequeño y estilizado receptáculo que  alberga finas fibras semejantes a hilos de seda, las cuales son expulsadas junto con las semillas (que son oscuras y achatadas) cuando el fruto explota; se las utiliza, retorciéndolas, para la confección de mechas y, si se consigue bastante cantidad sirven como relleno para almohadones, por ejemplo, e hilándolas se asemejan a la calidad del lino.

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